En cada postura destacan los distintos volúmenes, su extraña deformación dan otra expresividad al cuerpo mismo. Para hacer de estas mujeres seres no identificados los rostros de sus modelos desaparecen, se mutilan, o se esconden; no hay nadie ahí, solo una masa. Las rodillas o las caderas, las distintas partes de la figura se convierten en las montañas o en las barrancas: los nuevos paisajes del cuerpo. La paleta queda entre esos colores que recuerdan el mar y la playa, los fondos azules y las carnes ocres, rojas, amarillas o rosadas.
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